Requisitos previos biológicos para los efectos agudos del entrenamiento

Una mayor consideración de la esencia de los efectos agudos del entrenamiento requiere un énfasis en el papel de dos formas fundamentales de adaptación: la regulación homeostática y el mecanismo de adaptación al estrés. Esta diferenciación se refiere inmediatamente a la intensidad y duración de las cargas introducidas. Como señala Cannon (1929), quien es uno de los creadores de la teoría de la homeostasis reconocidos en el mundo, este tipo de regulación biológica tiene como objetivo mantener la constancia del ambiente interno del cuerpo. Una amplia gama de cargas de entrenamiento de intensidad moderada expande los límites y mejora el mecanismo de regulación homeostática. Este espectro abarca un gran grupo de métodos de entrenamiento enfocados en mejorar la tasa metabólica básica, la cantidad y actividad de las enzimas oxidativas, la tasa de reacciones bioquímicas y hormonales para el esfuerzo muscular y la recuperación (Viru, 1995). Desde el punto de vista de la teoría del proceso de entrenamiento, estos métodos se pueden utilizar en sesiones de entrenamiento destinadas a desarrollar habilidades deportivas básicas, es decir. mejorando los procesos metabólicos y neuromusculares, enseñando acciones motoras y mejorando las habilidades técnicas y tácticas.

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Un efecto de entrenamiento grave provocado por cargas de alta intensidad, potencia o velocidad conduce a la movilización de los recursos energéticos del deportista, que superan el nivel metabólico necesario para mantener la homeostasis. Estas mayores demandas desencadenan una respuesta endocrina significativa, a saber, la liberación de hormonas del estrés. Cuando la intensidad supera el 60-70% del VO2max, el nivel de catecolaminas aumenta gradualmente y desencadena el metabolismo glucolítico (Mazzeo et al., 1997; Avecedo et al., 2007). Los aumentos adicionales en la intensidad inducen la excreción de cortisol, ACTH y β-endorfina, lo que conduce a una adaptación cardiovascular y metabólica al ejercicio (Schwarz y Kindermann, 1990 y 1992). Estos ejercicios provocan las típicas respuestas de estrés descritas en los trabajos clásicos de Selye (1950). Son muy típicos de programas intensivos y difíciles para mejorar las cualidades deportivas y para resolver diversos problemas que simulan la actividad competitiva.

El uso paralelo de ejercicios de ambos tipos se caracteriza por un consumo de energía que excede las capacidades de regulación homeostática; en consecuencia, la respuesta al estrés se vuelve predominante. Los cambios metabólicos y hormonales más significativos agravan y suprimen las reacciones homeostáticas y empeoran el efecto de entrenamiento de las cargas destinadas a aumentar el nivel de cualidades físicas básicas.

El enfoque moderno de la planificación sugiere hacer el proceso de entrenamiento más determinista y evitar las reacciones fisiológicas conflictivas típicas del uso de cargas multidireccionales.